Jhon Jairo Salinas.-La avaricia por el oro, desde la llegada de los invasores europeos, hace que esta tierra, originaria de los indígenas, Quindos, Pijaos, y Quimbayas, tres culturas que hicieron de nuestro territorio una resistencia por la vida, sufra una arremetida por el saqueo y expoliación de nuestros recursos minerales.
La abundancia de esas riquezas minerales hace que las multinacionales europeas y norteamericanas, quinientos veinte años después, sigan buscando el oro que nuestros antepasados dejaron enterrado en las entrañas de estas tierras.
A finales del siglo XIX, con la famosa colonización antioqueña, los colonizadores provenientes de Antioquia, Cundinamarca, Boyacá, hicieron de estos parajes pertenecientes al antiguo Cauca, hoy Eje Cafetero, departamentos prósperos y ricos producto, en un principio, de la guaquería (la profanación de las ricas tumbas indígenas), modalidad económica impuesta por quienes años más tarde se hicieron ricos y potentados, gracias a dicha “colonización” y luego por el desarrollo de la agricultura en los valles del río la Vieja, Quindío y santo Domingo. En esa historia de colonización, una empresa se impuso contra los descuajadores de selva a punta de hacha y machete y se granjeo una gran fortuna:
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“El derecho a estas tierras se fundaba en una cédula real de 1641. En documentos del siglo XVIII se le establecen unos límites que iban ni más ni menos que desde el río Cauca hasta la cresta de la cordillera Central. Para la segunda mitad del siglo XIX, Burila se convirtió en una empresa, con accionistas que llegaron a incluir personajes y entidades de gran talla como Rafael Reyes, Manuel Antonio Sanclemente, Eliseo Payán, Eustaquio Palacios, las familias Caicedo, Carvajal, Pombo y Domínguez y los bancos del Cauca e Industrial de Manizales. La empresa Burila trató -con relativo éxito de impedir la colonización masiva de sus tierras, lo que llevó a prolongados pleitos que continuaron hasta los primeros decenios del siglo XX.[1].Las tierras del municipio de Zarzal, así como las de Caicedonia y Sevilla, incluso las que hoy pertenecen a los municipios quindianos de Armenia, Calarcá, Pijao y Génova, hicieron parte de una enorme concesión que se conoció como Burila”.
En esos prolongados pleitos participó José María "el tigrero". La empresa Burila se aprovechó del oro y de las riquezas de la naturaleza que la gente extrajo para su sobrevivencia, hasta que su dominación culminó.
En el Quindío, con una extensión territorial de 1.800 kilómetros cuadrados, equivalentes aproximadamente a 193 mil hectáreas, 95 mil de ellas se encuentran en concesión minera hoy. En esta región ya se otorgaron 82 contratos de concesión y existen 133 solicitudes más por parte de multinacionales dispuestas a explotar y explorar yacimientos no sólo de oro, sino también de plata, platino, molibdeno, zinc, cobre e hidrocarburos.
En los doce municipios del Quindío, excepto Tebaida, Circacia, Filandia, casi el 70% del departamento, incluyendo las áreas que se encuentran dentro de la reserva forestal central de Colombia, están enajenadas por las multinacionales.
En el municipio cordillerano de Pijao, todo su territorio está concesionado por las multinacionales Anglo Gold Ashanti, Oro Barracuda, Cerro Matoso.
Rafael Herz presidente de la Anglo Gold dijo, (…) Para el 2019 extraeremos el primer gramo de oro de la mina La Colosa Cajamarca, Tolima, cuyas expectativas de volumen a explotar se habrían duplicado en un estimado de 12 millones de onzas de oro, a 24 millones de onzas (…)”2
“El ejecutivo aprovechó su intervención, en el mismo congreso, para solicitarle a las autoridades ambientales y al gobierno para que faciliten las labores de exploración realizadas en el departamento del Tolima, en una zona cercana al Quindío, y en las que la compañía habría invertido a la fecha cerca de 250 millones de dólares, mientras que los planes a futuro se acercarían a 100 millones de dólares anuales más, por tres años contando a partir del presente.”[3]