domingo, 20 de enero de 2013

Un singular encuentro: Guevara y Goodwin en Punta del Este

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Por Elier Ramírez Cañedo

Entre el 15 y el 16 de agosto de 1961, tuvo lugar en Punta del Este, Uruguay, la Reunión Extraordinaria del Consejo Interamericano Económico y Social. El Che encabezaba la delegación cubana a la cita, donde el gobierno de los Estados Unidos pretendía, finalmente, vender a los pueblos latinoamericanos, la llamada “Alianza para el Progreso”. Dicha “Alianza” no era otra cosa que un recetario sutil, con el objetivo de evitar la existencia de más Cubas en América Latina, “una respuesta constructiva y definitiva al castrismo”, en palabras del propio Kennedy.1 Por la parte estadounidense, integraba la delegación el joven asesor especial para asuntos latinoamericanos del presidente Kennedy, Richard Goodwin.

La entrevista entre el comandante Guevara y Richard Goodwin tuvo lugar en la madrugada del 17 de agosto de 1961, en la residencia de un diplomático brasileño en la ciudad de Montevideo. El encuentro, propiciado por delegados argentinos y brasileños, tuvo un carácter confidencial y privado. Constituía el primer contacto directo de alto nivel entre autoridades de ambos países desde la ruptura de las relaciones en enero de 1961, y el más importante por el rango político de sus participantes acontecido durante la administración Kennedy. La interpretación de Goodwin sobre la entrevista, trasmitida al presidente estadounidense, fue la siguiente: “Creo que esta conversación unida a otras evidencias que se han ido acumulando, indica que Cuba está pasando por una severa crisis económica; que la Unión Soviética no está preparada para afrontar el gran esfuerzo necesario para ponerlos en camino (un brasileño me dijo “no alimentas al cordero en la boca del león”), y que Cuba desea un entendimiento con los EE.UU. Es bueno recordar que Guevara representa, sin lugar a duda el más dedicado punto de vista comunista del gobierno cubano y que si hay en Cuba lugar para algún espectro de puntos de vistas, debe haber líderes cubanos incluso más ansiosos por un acuerdo con los EE.UU. Esto es solo una especulación, pero creo que es razonable”.

“La conversación tuvo lugar en la noche del 17 de agosto a las 2:00am -relató además Goodwin a Kennedy-. Varios miembros de las delegaciones de Brasil y Argentina hicieron esfuerzos -a través de la Conferencia de Punta del Este- para concertar una reunión entre el Che y yo. Esto se hizo obviamente con la aprobación y quizá a instancias de este. Yo había evitado tal reunión durante la conferencia. El jueves nosotros llegamos a Montevideo y se me invitó para una fiesta de cumpleaños para el delegado local brasileño asignado al área de Libre Comercio. Luego de haber arribado y de estar allí alrededor de una hora, uno de los argentinos presentes (que había estado en la delegación argentina) me informó que ellos habían invitado al Che a la fiesta. Él llegó sobre las 2:00am y le dijo a Edmundo Barbosa da Silva de Brasil y a Horacio Laretta de Argentina que él tenía algo que decirme. Los cuatro entramos en una habitación… (El brasileño y el argentino se alternaron como intérpretes)”.2



Asimismo, según el informe preparado por Goodwin, el Che, después de expresar que Cuba aspiraba a un modus vivendi -no a un imposible entendimiento-, agregó entre otras cosas que la Isla estaba dispuesta a pagar a través del comercio por las propiedades estadounidenses expropiadas; que se podía llegar al acuerdo de no hacer ninguna alianza política con el Este -aunque ello no afectara la afinidad natural existente- y analizar las actividades de la Revolución cubana en otros países, pero que no se podía discutir ninguna fórmula que significara desistir de construir el tipo de sociedad que aspiraban para Cuba.3 “Guevara dijo que sabía que era difícil negociar estas cosas pero que nosotros podíamos abrir la discusión de estos temas empezando por los secundarios”.4

Es una lástima que no contemos con documentos cubanos que contrasten la información desclasificada en los EE.UU. Sobre todo, el hecho de no tener al alcance ningún informe del Che donde se refleje su versión de la entrevista. Sin embargo, un documento hallado en los archivos de Brasil con fecha 18 de agosto de 1961, confirma en buena parte la descripción -no interpretación- de Goodwin de la entrevista. Se trata de un telegrama del secretario de Asuntos Exteriores de Brasil al presidente de ese país, donde a partir de una información recibida del embajador brasileño en Uruguay, Barbosa da Silva, se relata la conversación entre el Che Guevara y Richard Goodwin.5

La noticia del encuentro del Che y Goodwin se esparció rápidamente y el joven asesor del Presidente tuvo que rendir cuentas ante el Senado sobre su conversación con el Ministro de Industrias de Cuba. “Al final -rememoró Goodwin-, esto me costó de todas maneras un problema, casi pierdo mi empleo; el Senado me investigó, porque pensó que yo estaba negociando con el hemisferio occidental, que estaba próximo al comunismo. Esto le costó el puesto al Ministro de Relaciones Exteriores de Argentina”.6

En efecto, el Ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Adolfo Mujica, se había visto obligado a renunciar por la conmoción que habían causado sus revelaciones y valoraciones de la entrevista Goodwin-Guevara. Mujica había dicho, entre otras cosas, que el encuentro entre Goodwin y el Che, mostraba que el régimen de Fidel Castro procuraba entablar mejores relaciones con los EE.UU. Por su parte, el 23 de agosto, el Departamento de Estado de los EE.UU. resumió en un telegrama circulante a todos los puestos latinoamericanos una declaración lanzada por la Casa Blanca el 22 de agosto en el que señalaba que la conversación de Goodwin y Guevara en Punta del Este, había sido solo un encuentro casual en un cóctel, en el que Goodwin se limitó a escuchar. El envío del telegrama fue autorizado para remarcar a los gobiernos latinoamericanos que no había ningún cambio en la política de los EE.UU. hacia Cuba.

Solo unos días después del encuentro de Punta del Este, en un documento elaborado por el propio Goodwin, se puso de manifiesto la ira hacia Cuba que aún predominaba en la administración Kennedy debido al fiasco de Girón, así como las pocas intenciones de Washington de analizar cualquier tipo de medida que significara explorar caminos más flexibles en la relación con la Isla. Goodwin no escapaba a ese ambiente. En este documento fechado el 1ro. de septiembre, el joven asesor proponía a Kennedy un amplio plan de guerra económica, propagandística y sicológica contra la Revolución cubana -incluyendo acciones de sabotaje-, así como la creación de una Fuerza de Seguridad del Caribe que apoyara todas las acciones yanquis contra la Mayor de las Antillas. Pero quizá la más interesante y reveladora de sus propuestas fue la siguiente: “La CIA fue invitada a venir dentro de la semana con un procedimiento encubierto preciso para continuar las conversaciones bajo tierra con el gobierno cubano. El objetivo de este diálogo -explorar la posibilidad de un desmembramiento dentro de la jerarquía del gobierno cubano y estimular dicho desmembramiento- fue exhaustivamente detallado en el último memorándum que le envié. Esto es un esfuerzo para encontrar una técnica operacional”.7

El “último memorándum” al que se refería Goodwin había sido enviado al Presidente el 22 de agosto y en este aparecía un poco más explicado el objetivo que podía perseguir EE.UU. en caso de continuar las conversaciones iniciadas con el Che. El documento señalaba en su inciso F: “Procurar alguna manera de continuar bajo cuerdas el diálogo que el Che comenzó. De este modo podemos dejar claro que nosotros queremos ayudar a Cuba y lo haríamos si esta rompiera sus ataduras con el comunismo y fuera democratizada. De esta manera podemos empezar a investigar algún fraccionamiento en la cumbre directiva, que debe existir”.8

Goodwin reveló en La Habana en el 2002, a raíz de la Conferencia Internacional por el 40 aniversario de la Crisis de Octubre, que él regresó con el mensaje del Che a Washington, “pero no hubo interés en emprender negociaciones con Cuba”. En su criterio: “las heridas, las humillaciones de Bahía de Cochinos eran demasiado grandes… porque Kennedy había sido humillado, él estaba muy colérico…”.9

Sobre esta entrevista escribió el destacado investigador cubano Jacinto Valdés-Dapena:

En su encuentro con Goodwin, Che Guevara expuso con claridad meridiana los principios de la política exterior de la Revolución cubana, el programa del socialismo cubano.

Con un hondo sentido dialéctico el Che analizó las causas y condiciones que condicionaron el fracaso de los planes de los EE.UU. contra Cuba en 1961 y pronosticó, además, los futuros fracasos de la política norteamericana hacia Cuba de no rectificar en sus enfoques.

El relato que ofrece Goodwin de este encuentro evidencia que el propósito de la parte norteamericana consistió en escuchar, observar y explorar los criterios y la posición de Cuba.

De haber evaluado objetiva y correctamente los criterios expuestos por el Che, la administración Kennedy hubiera podido adoptar hacia Cuba una política más racional, lógica y apropiada, en lugar de promover la subversión y el terrorismo a través de Mangosta, que se extendería de noviembre de 1961 a noviembre de 1962.

Siendo uno de los ideólogos de la Nueva Frontera, Goodwin, sin embargo, no captó en sus análisis sobre Cuba, la significación del carácter autóctono, legítimo y autónomo del socialismo cubano.10

Resulta interesante que, todavía para el año 1962, Goodwin seguía pensando en la conveniencia de darle alguna continuidad a las conversaciones sostenidas con el Che en Punta del Este, con el objetivo de explorar una división en las altas esferas gubernamentales de la Isla, que posibilitara a Washington trabajar sobre ella en función de poner fin al “control soviético en Cuba”. El 24 de mayo, Goodwin envió un memorándum al subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, Edwin M. Martin, donde proponía un “acercamiento a Castro”, basándose en las informaciones de inteligencia obtenidas que señalaban una división en el gobierno cubano entre los viejos comunistas respaldados por Moscú por una lado, y Fidel, Raúl y Guevara por el otro.11 “Aunque sería ridículo especular que estas relaciones están a punto de ruptura, siempre he sentido que el final del control soviético en Cuba vendría más (si es que viene del todo) de una división en la alta dirección, que de una revolución popular”.12 A partir de este análisis, Goodwin sugiere en el documento una “aproximación a Castro” que se fundamentara en las siguientes ideas:

EE.UU. simpatiza con los objetivos iniciales declarados por la Revolución -la reforma social y el fin de la dictadura.
Sobre las propiedades nacionalizadas se puede llegar a un acuerdo amistoso.
La preocupación de EE.UU. ha estado en el control soviético sobre Cuba y nosotros siempre hemos creído que este va contra los propios deseos de Castro y los propósitos de la Revolución.
Si Castro puede desengancharse por sí mismo de los comunistas nosotros estaríamos dispuestos a normalizar las relaciones comerciales con el gobierno revolucionario y darle participación en los esfuerzos interamericanos, incluyendo la Alianza para el Progreso.13

Goodwin propuso que se realizara un contacto para trasmitir estas proposiciones al gobierno cubano a través de alguna embajada europea o directamente por medio del embajador cubano en la ONU, García Incháustegui.14 Todo parece indicar que la propuesta de Goodwin fue desechada, pues no se encuentra en los documentos nada que indique lo contrario. Es evidente que el gobierno de los EE.UU. estaba concentrado en ese momento en dar seguimiento a las operaciones que dieran al traste con el régimen cubano por vías violentas, como parte de la “Operación Mangosta”.

De cualquier modo, el diálogo secreto que propuso Goodwin con la máxima dirección de la Isla en 1961 y 1962, estuvo siempre cargado de malevolencia. Era una manera de explorar otro camino para lograr los mismos objetivos de “cambio de régimen”. Aspecto que encontraremos nuevamente en los documentos desclasificados estadounidenses del año 1963, cuando la iniciativa de conversar clandestinamente con los líderes cubanos alcanzó una mayor aprobación en los más altos y limitados círculos de poder de los EE.UU.15 No obstante Kennedy, después del fiasco de Girón, en lo menos que estaba pensando era en un diálogo secreto con autoridades cubanas, aunque escondiera puñales afilados y venenosos contra la isla rebelde. Solo después de los sucesos de la Crisis de Octubre, Kennedy comenzaría a repensar de manera menos colérica y vengativa, e incluso mucho más inteligente, la política hacia la Mayor de las Antillas.

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