domingo, 29 de diciembre de 2013

Armaron asesinos y ahora estos los asesinan!? Investigación periodística: Al Qaeda, ajena a la muerte del embajador de EE.UU. en Bengasi



 
Un periodista de 'The New York Times' realizó su propia investigación acerca de la muerte del embajador de EE.UU. en Libia, Christopher Stevens, el 11 de septiembre de 2012 en Bengasi y dedujo que el ataque no tuvo que ver con la red de Al Qaeda.
La violencia tenía unos elementos espontáneos, sostiene el corresponsal del periódico en Oriente Medio, David Kirkpatrick, quien habló sobre el tema con algunos testigos presenciales y agentes de los servicios de seguridad estadounidenses, quienes observaron los acontecimientos de aquel día a través de las cámaras de vigilancia.

En el tiempo transcurrido desde la muerte en el consulado estadounidense de Stevens y sus tres asistentes, las autoridades de EE.UU. no han presentado ninguna prueba de la presencia de un solo integrante de la red terrorista de Al Qaeda en el lugar de los hechos, ni que fuera organizado por ellos.

"El ataque fue llevado a cabo, en vez de eso, por combatientes que se habían beneficiado directamente del extenso respaldo aéreo y logístico de la OTAN durante la sublevación contra el coronel Gaddafi", asegura el periodista.

Todo evidencia apunta a que los agresores fueron motivados en parte por la ira que había despertado la película 'La Inocencia de los Musulmanes', rodada en Estados Unidos, que denigraba al fundador del islam. Para aquel día 11 de septiembre la cinta "blasfema" no había merecido un comentario oficial de las autoridades estadounidenses, que se pronunciaron dos días más tarde.

Detrás del ataque, cree el corresponsal, estaba Ahmed Abu Khattala, un cabecilla de la milicia antigadafista descontento por haber perdido el control sobre Bengasi tras el derrocamiento del antiguo régimen. Fuentes oficiales en Washington también lo señalaron como primer sospechoso, pero no encontraron ninguna evidencia de que estuviera vinculado con grupos terroristas. 

Kirkpatrick está convencido también de que hubo un despiste por parte de la CIA. Tanto los 20 agentes en la sucursal de la agencia en Bengasi, como el aparato federal, estaban demasiado centrados en el seguimiento de los integrantes de Al Qaeda que no se dieron cuenta del peligro real, sobre el que habían sido avisados precisamente por algunos líderes de la propia milicia libia.

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