Ey!! despierta imperialista, estas ya camino a tu final decadencia, ya todos sabemos que el sueño americano era tu enfermo sueño de poder y no la entrega solidaria de mejor vivir. Eres solo un rufián, un genocidio ambidextro que jamás supo del respeto ni la democracia, solo ere el matón global al que hay que frenar y extinguir.
La tendencia principal de los primeros 14 años de este siglo ha sido el descenso gradual en la dominación geopolítica mundial de Estados Unidos en particular y de Occidente en general.
Konstantín Sivkov, el presidente de la Academia Rusa de
Asuntos Geopolíticos, cree que para entender las razones por las que el país
con un aplastante poderío militar es incapaz de mantener su preeminencia hay
que analizar la situación que se desarrolló a partir del colapso de la Unión
Soviética.
Los líderes estadounidenses interpretaron la desintegración
de la URSS como el final de la lucha mundial y el momento para empezar a
desarrollar nuevos proyectos globales.
A falta de fuerzas que se lo pudieran impedir, se podía
actuar sin considerar las peculiaridades de las diversas regiones del mundo
donde estos proyectos se introducían.
En la política estadounidense de los 90 dominaban tres
postulados:
1. El mundo ha pasado a ser unipolar, por lo que se debe
desarrollar un sistema económico común donde a cada Estado se le otorga su
propio papel en el marco de la división internacional del trabajo. Las
fronteras interestatales se consideran un vestigio del pasado y no deben
impedir el movimiento libre de capitales, mercancías y recursos humanos.
2. El patrón liberal del orden social es el único posible
ejemplo para todo el mundo y debe desplegarse a fondo sin restricciones
obsoletas dictadas por las culturas tradicionales
3. Occidente goza de una posición excepcional en comparación
con otros países. En particular EE.UU.
asume el papel de centro intelectual global empleado principalmente en
la elaboración de un producto informativo, mientras que los otros países
asumirán las funciones de extracción de materias primas y de producción de
bienes materiales, en particular la que tiene un fuerte impacto ecológico.
De todo esto se desprendía el debilitamiento de la soberanía
nacional y la transferencia de las funciones estatales a ciertas estructuras
supranacionales.
De ahí la desindustrialización en Norteamérica y Europa.
Países anteriormente atrasados como China y la India no solamente se han
convertido en poderosos centros geopolíticos (China está pisando los talones de
EE.UU. en cuanto a volumen de PIB), sino que también han pasado a ser los principales rivales de EE.UU., tanto
económica como militarmente.
"La política liberal llevada al absurdo con la
legalización de los vicios y perversiones y llevada a cabo sin consideración de
las peculiaridades nacionales o de las tradiciones culturales ha descreditado
la idea liberal como tal", opina el experto en un artículo para el portal
VPK News.
El uso de las consignas de la protección de las fuerzas democráticas para
justificar las intervenciones militares
junto con el apoyo abierto a grupos ultranacionalistas (en Ucrania) o
fundamentalistas (en Libia y Siria) ha hecho mermar la atracción del modelo
social Occidental, algo que socavó las bases morales de la influencia
estadounidense en el mundo.
Se ha formado una gran burbuja virtual y no productiva en la economía de EE.UU., que ha concentrado gigantescos recursos
financieros cuyo tamaño es considerablemente mayor que el del sector real no
solamente de EE.UU., sino también de todos los países occidentales.
De ahí la amenaza de un colapso del dólar y del crecimiento
de todos los componentes de la deuda nacional, procesos que en su conjunto
llevan a una crisis económica.
Simultáneamente las élites nacionales de los anteriormente
incondicionales aliados de EE.UU. empezaron a tratar de liberarse de su control.
La política liberal llevada al absurdo con la legalización
de los vicios y perversiones y llevada a cabo sin consideración de las
peculiaridades nacionales o de las tradiciones culturales ha descreditado la
idea liberal como tal
Con el colapso de la URSS, estos países dejaron de necesitar
la protección de Washington, sobre todo su protectorado económico.
Esto presentó una amenaza al acceso de EE.UU. a las materias
primas baratas, principalmente en lo referente a combustibles, y debilitó su
influencia.
La intención de los aliados de salir de la esfera de
protección estadounidense fue fomentada por la obvia desconsideración de sus
intereses por parte de la Casa Blanca.
Ante esta situación, la élite estadounidense no tuvo otro
remedio que tomar medidas de emergencia para neutralizar estos procesos. De
todas las posibles soluciones se escogió el método más costoso y menos eficaz:
el militar.
Probablemente aquí prevaleció la ilusión de vencedor y amo
del mundo o conclusiones incorrectas extraídas tras las guerras de Yugoslavia,
que le hicieron sentirse capaz de resolver cualquier problema político mediante
guerras sin contacto directo, sin riesgo de ocasionar grandes bajas en sus
fuerzas.
El análisis de los acontecimientos de la primera década de
este siglo proporciona la imagen de la estrategia estadounidense en ese
periodo: tras crear un fundamento moral y psicológico para un amplio uso de la
fuerza gracias a los atentados
terroristas del 11-S, lanzan ostensiblemente poderosas operaciones para
aplastar a los países obviamente desobedientes.
Y posteriormente convertirlos en plazas de armas para la
expansión en Asia Central y la presión sobre Rusia y China, así como sobre los
países de Oriente Medio y África del Norte.
Irak y Afganistán, manifiestos enemigos de EE.UU. con
posiciones geopolíticas excepcionalmente beneficiosas, fueron escogidos como
objetivos del primer golpe.
Sin embargo, los primeros éxitos tácticos que permitieron a
EE.UU. y sus aliados de la OTAN ocupar el territorio de estos países, fueron
seguidos por enormes pérdidas económicas y humanas en la guerra contra la
insurgencia.
Para 2006 los expertos se dieron cuenta de que los objetivos
políticos de las operaciones en Afganistán e Irak no son alcanzables y de que la derrota
militar de Occidente es una cuestión de tiempo.
Al parecer, la élite estadounidense entendió que sin cambiar
los métodos es imposible realizar con
éxito las tareas globales.
"El remplazo del belicoso George W. Bush por el pacificador Barack Obama, al que le
entregaron un premio Nobel de la Paz anticipado para crear la imagen
pertinente, significó el cambio de la máscara de EE.UU. para realizar una nueva
estrategia aunque la metas no cambiaron", señala el experto
geopolítico.
Lo que cambió fue la herramienta: se priorizaron los métodos
del 'poder suave'. Aun así la misión de la operación Primavera Árabe, lanzada
en 2011, fue radical: derrocar a los regímenes de Oriente Medio y África del
Norte que estaban empezando a estar fuera del control estadounidense para
remplazarlos por títeres estrechamente vinculados con EE.UU. aunque no tuvieran
aceptación popular.
Sin embargo, aquí Washington también fracasó. En los países donde
los regímenes autoritarios procuraban llevar una política moderadamente
autónoma conservando cierta dependencia de Occidente, aparecieron fuerzas
islamistas radicales. Siria logró repeler la agresión sufriendo pérdidas
materiales y humanas enormes.
Egipto vio una contrarrevolución que llevó al poder a
fuerzas que empezaron a reorientar sus políticas hacia otros centros
geopolíticos, incluyendo a Rusia.
Una serie de fracasos de EE.UU. en la región llevaron a que
aliados tradicionales como Arabia Saudita y Catar empezaran a actuar con más
independencia y a veces en contra de los intereses de su aliado norteamericano.
"Se sabe que Arabia Saudita desembolsó a Egipto unos
3.000 millones de dólares para la adquisición de armas rusas. Según algunos
medios, también fracasaron los esfuerzos del presidente estadounidense para
inducir a las monarquías de golfo Pérsico a coordinar acciones para reducir
drásticamente los precios del combustible para perjudicar a Rusia",
resaltó Sivkov.
Además, EE.UU. está perdiendo su influencia en América del
Sur, en particular en Venezuela, el mayor productor de petróleo de la región.
"En esta situación la declaración de una 'revolución de
pizarra' [o revolución del esquisto], que presuntamente ayudaría a Occidente a
conseguir la independencia energética, de hecho es la admisión por parte de
EE.UU. de que sus esfuerzos para restaurar el control sobre los recursos
energéticos mundiales han fracasado", añadió el experto.
Problemas en conjunto
Una de las desventajas de la estrategia estadounidense es su
radicalismo, cree el experto.
En lugar de realizar sus tareas gradualmente, paso a paso,
suavemente, volviendo la situación a su favor, la élite intenta hacerlo lo más
rápido posible, prácticamente cambiando el poder entero en el país del que se
trate.
Por lo tanto fracasa la gestión del proceso de cambios: de
un golpe de Estado bien controlado la situación desciende a la fase de
revolución, que es muy difícil o imposible de dirigir.
Entre los ejemplos se encuentran todas las etapas de la
Primavera Árabe y Ucrania, donde el poder se resistió hasta el final y se
involucraron en el proceso grupos radicales locales, que después de hecho
tomaron el poder en lugar de los títeres por los que había apostado Washington.
Otra causa de los fracasos estadounidenses es la
subestimación de las fuerzas hostiles. Como resultado, las operaciones casi
siempre se demoran, los objetivos no se alcanzan en le mayoría de los caso y se
socavan los planes iniciales.
Otra deficiencia de la política exterior estadounidense es
atenerse a los mismos patrones.
Los acontecimientos de la Primavera Árabe se desarrollaron
en diversos países según el mismo escenario, el mismo modelo, sin tener en
cuenta la diversidad étnica y otras diferencias.
Luego, a pesar de las consecuencias negativas para los
intereses de EE.UU., el mismo escenario casi sin modificaciones pudo verse en
Ucrania. De ahí el fracaso posterior, con la reincorporación de Crimea por
Rusia y graves pérdidas políticas de Washington.
En la mayoría de los casos, EE.UU. comenzaba una nueva
operación sin terminar la previa. Sin acabar con los talibanes en Afganistán,
lanzaron una operación en Irak.
Sin retirar las fuerzas de esos dos países, amenazaron con
represalias militares a Irán. Sin resolver el problema sirio, aportaron a la
desestabilización de Ucrania. Como resultado se dispersan los esfuerzos y
recursos y se producen fracasos consecutivos, al igual que daños a la
reputación del país.
"Seguir ciegamente un plan, por muy genial que sea, sin
considerar la situación real, es un camino hacia la derrota", recordó el
experto. En situaciones críticas y poco habituales, la política estadounidense
es incapaz de reaccionar y adaptarse rápida y adecuadamente, sostiene el
analista.
Sus acciones se vuelven asistemáticas y se escogen métodos
inefectivos. Como ejemplo mencionó las visitas de altos cargos estadounidenses
a Kiev durante las protestas del Maidán o el contenido de las sanciones contra
Rusia.
El analista concluye que las causas de la ineficacia de la
política estadounidense son de carácter sistémico y radican en la misma
estructura de la élite de EE.UU. y en los mecanismos de su funcionamiento. Es
imposible eliminar estas casusas a corto plazo, "algo a lo que Rusia debe
prestar atención en el establecimiento de su estrategia política
exterior".
Texto completo en:
http://actualidad.rt.com/actualidad/view/132454-fallido-sueno-americano-eeuu-pierde-terreno-globalmente
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